viernes, 2 de octubre de 2015

Viendo como un radialista apasionado

"VIENDO COMO UN RADIALISTA APASIONADO"
MURO BRENIS JUAN JOSÉ 
UNIVERSIDAD NACIONAL "PEDRO RUIZ GALLO"

"La sociedad no sólo existe por la
comunicación, sino que existe en ella"
-John Dewey
Es, tal vez, conocido por muy pocos que la naturaleza es sorda, puesto que las vibraciones del aire que emite, al no ser percibida por nadie, no generará el sonido. Con esto, debemos entender y valorar a lo que nos parece común, a lo que consideramos tan normal como un día soleado, me refiero al sentido de la audición...es el oído el que hace sonar las cosas, el que capta dichas vibraciones, el que nos crea una atmósfera de alegría o tristeza en tan solo un instante. 
Para poder conocer la maravillosa complejidad de nuestro sentido audible, no hace falta ser un erudito en la materia, tan solo se debe tener un poco de imaginación, la suficiente como para creer que entramos en el pabellón de la oreja y que podemos ver todo lo que está a nuestro alrededor; pasar por cada una de las tres cavidades con las que cuenta el oído y detenernos, en la más excéntrica de todas, el órgano de Corti, considerado por Helmholtz como el responsable de nuestro gusto innato por la música, por las melodías y por la acústica, es sorprendente conocer cómo este pequeño órgano define a la perfección cada vibración percibida, como 25 milímetros de longitud pueden ser capaces de reconocer cada tonalidad sonora, es gracias a él que podemos comunicarnos de una manera eficiente, es por quien podemos entender un mensaje y mantener un proceso activo de interacción. 
Al ser el oído, como lo afirma Soren Kierkegaard el "sentido de la intimidad" es mucho más sensible en lo que capta, en lo que recibe y en lo que decodifica, es por eso, que la radio al estar dirigida esencialmente a él, tendrá que mantener una relación mucho más íntima, casi privada con su auditorio, es quien debe mantener esa reciprocidad armoniosa y diáfana entre el interlocutor y el oyente, puesto que el mensaje debe llegar de una manera suave no vocifero ni gritado porque eso ya no se estila. 
Tener un contacto mucho más acogedor con la audiencia, significará dejar de seguir los paradigmas o estereotipos establecidos por la vieja escuela, significa mantener una relación mucho más amena, más alegre y sazonada de humor, como afirma Leandro Fernández de Moratín en "Obras Póstumas", es burlarse de uno mismo antes que lo hagan los demás, entonces, dar a conocer un lado más humano por parte de los locutores creará una confianza proyectada en la escucha de lo que nos ofrecen, es abrirle la puesta de nuestra casa y permitirle el acceso, es corresponder el mensaje para compartirlo luego.  
La radio, como afirma McLuhan es un medio "eminentemente visual", es la plataforma comunicacional que dará empuje a nuestra creatividad, que ayudará a que formemos imágenes auditivas, es la que con una sola palabra nos remontará a un tiempo y espacio diferente al que vivimos, la que nos hará perdernos en recuerdos y la que nos ayudará a encontrar el rumbo correcto al camino de la imaginación. 
Pero, ¿quién es el responsable de que la radio sea tan mágica? ¿acaso será el locutor de la radio? Como lo dice Martí Martí, quien le da la personalidad no son los radialistas, sino el oído humano, porque puede que haya un locutor que hable bien, pero que no comunique, que se envuelva en sus propias palabras y deje en el aire a todos sus oyentes. 
La comunicación como tal sigue un proceso de conexión entre un emisor, mensaje y receptor, la cual para que sea efectiva tiene que cumplir una serie de condiciones que sería tedioso tratar, pero lo que se desarrolla detrás de estos tres elementos es importante, puesto que es una codificación interna y minuciosa de las señales transmitidas, vayamos al caso puntual de cuando el mensaje llega al receptor, el cual tiene que ser desmenuzado en ideas para que el cerebro capte lo que en verdad se quiere informar, si es que no se entiende el mensaje, entonces no hubo comunicación. Una de las causas que afectan la correcta difusión del mensaje, es el ruido, el cual está casi metido como amenaza latente en cada una de las etapas con las que cuenta la comunicación radiofónica, desde que las cuerdas vocales del conductor generan ondas sonoras que son captadas por el micrófono y transformadas en ondas eléctricas, hasta que el oído capta las ondas sonoras de las bocinas y las lleva al cerebro.  El ruido, también interviene cuando empleamos códigos no compartidos, es decir, palabras que no se entienden, que hasta pueden humillar. Un tema inherente al del ruido es el sentido subjetivo de la vida, ya que cada persona es un mundo y es desde ese mundo donde elabora el mensaje según su contexto y su realidad. Es necesario superar esas limitaciones que blindan el correcto entendimiento del mensaje para poder pasar a un siguiente nivel, me refiero a que lo que se transmite empiece a despertar un interés en el receptor, para lograrlo, Walter J. Ong manifiesta que se tiene que haber una relación mutua, empatía con el oyente y sobre todo, saber escuchar. Para hacer algo tan importante como dirigirse a un público únicamente a través de la voz, la radio tiene que utilizar en un solo sonido una expresión triple, la cual Ricardo Marroquín plantea de la siguiente manera: la voz humana, expresada en palabras; la voz de la naturaleza, conocida como efectos de sonido; y la voz del corazón, expresada a través de la música; es el espíritu quien realmente está viendo cuando estas tres voces se activan en nosotros. También el silencio puede expresar mucho cuando está cargado de sentido, aunque no se le considera como una cuarta voz radiofónica, se le da la importancia correspondiente, puesto que una pausa ayuda a crear la emoción necesaria que se necesita para estimular a la mente a viajar por nuestros pensamientos, esta estimulación es producto de la sensualidad de la radio, la cual no se agota e innova siempre. Otro problema, tan delicado como el ruido, es no saber hablar claro, Iván Tobau manifiesta que para lograr darse a entender en una radio solo se necesita adaptarse al código de los receptores, no tratar de sobresalir con tecnicismos que nadie entenderá, ni mucho menos ser pedante en el momento de locutar una noticia, puesto que si lo hacemos solo se demostrará una carencia de cultura y un aumento de ridiculez; esto tiene mucho que ver con el tipo de lenguaje que se utilizará al hablar, el cual sin lugar a dudas deber ser activo, claro y sencillo, puesto que serán palabras que la gente usa en su vida diaria pero que serán expresadas en el momento adecuado o en el instante oportuno. En otros casos, las mismas palabras utilizadas por el locutor pueden tener significados muy opuestos debido a la diferencia demográfica, puede ser una ofensa en un territorio y una palabra gentil en otro, es por ello que se debe respetar la sensibilidad de la gente, también hay que ablandar las palabras para no herir susceptibilidades, evitar exagerar, las jergas y los parafrazos

Por otro lado, en las sociedades en transformación social, fundamentalmente los medios de comunicación alternativos comunitarios, en particular la radio comunitaria, se aprovechan para la educación de la sociedad en su totalidad, a la par que difunden las mejores potencialidades humanas, y se erijan en espacios educativos en los que convergen personas, intereses, motivaciones y concepciones ideológicas.

La radio comunitaria se convierte en un espacio de educación política, ideológica, cultural, científico-técnica, moral y estética de la población, permite la movilización consciente de las masas para el cumplimiento de las tareas de desarrollo socio económico del país; en la información del acontecer nacional e internacional y en la satisfacción de las necesidades espirituales del pueblo.
Las realidades sociales y culturales que caracterizan a nuestro país ofrecen las condiciones idóneas para que el uso de este medio se encuentre tan extendido. Los altos índices de analfabetismo funcional, que existieron, las deficientes condiciones económicas de grandes sectores que no obstante tienen fácil acceso a un aparato de radio por su bajo costo; los hábitos heredados de nuestras culturas autóctonas, cuya tradición ha sido eminentemente oral, así como los patrones de adquisición informativa se fueron consolidando en nuestro país durante varias décadas.
Finalmente, la radio comunitaria y ciudadana, están en sus bodas de diamante, las cuales se conmemoran en remembranza de la libertad de expresión, visualizada en una nueva era, en un nuevo milenio que se abre paso entre la homogenización del mensaje para surgir como una idea que no se rige a paradigmas blindados por la vieja escuela y que busca unificar a todas las redes, para  que en conjunto sean una fuerza mucho más poderosa y estable, que pueda luchar por los derechos de los demás, que pueda ser escuchada y que pueda generar acción.